A la tarde o a la noche me dejo pensar en vos
y siento agua
que empuja por salir de mi cuerpo.
Todo arde
como si me hubiera quedado dormida bajo el Sol,
y sólo puedo escucharme palpitar,
llamándote.
Es tan fácil imaginar tu ahogo en mi oído
y convencerme de que es tuyo éste sudor...
Todo lo que roza mi piel puede transformarse en un brazo,
o un muslo,
o unos dedos que te pertenezcan.
Siento tus dientes sobre mis labios suaves,
lastimados por la sequedad del clima.
Cuando te encuentre,
voy a contarte una por una
las miles de historias
en las que compartimos el espacio
y nos acurrucamos en un mismo aliento.
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