Thursday, December 27, 2012

If I was Young.

Me voy de vacaciones. Y pienso que termina el año.
Nunca fui buena para los finales. No se decir "chau". Y peor aún, no se olvidar.
La gente suele decirme muchas cosas sobre mí misma, y una de ellas es que tengo mucha memoria. Yo no sé qué quiere decir "buena memoria". Pienso que una Buena Memoria sería aquella que recuerde sólo lo bello, sólo lo brillante, sólo lo feliz. Pero yo me acuerdo también muchas cosas feas o malas. Por eso creo que tengo una memoria promedio.

Se me termina el año, y fue un año muy verdaderamente genial. Pensé que me iba a dar miedo, también pensé que no me iba a importar. No cambia el año, ¿verdad? Es uno el que cambia.
Yo cambié mucho, y aprendí mucho de mí. Y últimamente estuve con miedo de volver a ser la que era. Pero ahora ya no tengo miedo, que pase por mí lo que tenga que pasar. Creo que estoy en la época más feliz de mi vida. Al menos la más feliz hasta ahora. Sé disfrutar tantas más cosas...

Y por eso me voy contenta, pero no me escapo.
Todo está un poco más en orden. Me quedan un par de cosas por hacer, un par de besos por dar. Pero no me quedo con las manos vacías.
Y si amo con locura, y si sufro hondo, y si me río hasta no poder respirar y muestro los dientes chuecos de abajo, y si canto muy fuerte y desafino un par de notas, y si me siento poco acariciada, y si vivo fantaseando pedacitos de realidades, y si con tal de tocar un poquito de otra persona le camino demasiado cerca, y si escucho la misma canción doce veces seguidas hasta hartarme y detestarla, y si no puedo evitar llorar cuando miro por las ventanas y me acuerdo que las cosas son como son... es simplemente porque así soy. Y así me gusta ser.

Padre, ojalá él quiera seguir viviendo.
Madre, ojalá ella quiera dejar de sufrir.
Hermano, ojalá el deje de resentir.

Yo, ojalá nunca olvide lo que es ser feliz.

Wednesday, December 26, 2012

¡Ay, Esmeralda!

Me duele la panza del asco que me doy.
Me doy asco porque soy débil, débil. Me dejo convencer por mí misma tan fácilmente.
Me digo que voy a extrañar, que no voy a poder. Me digo que cómo me voy a olvidar. Que cómo dejar de querer.
Pero, ¿No me acuerdo acaso que ya olvidé alguna vez? ¿No me acuerdo que dejé incluso de amar?
Yo no sé cómo es que logro saludarlo, hablarle, mirarlo. No sé cómo contengo las ideas, las imágenes. Y se ve que de tanto entrar y quedarse, se fueron haciendo fuertes. Me están queriendo hacer creer una historia que no existe. Una historia que dice que me enamoro, una historia que es puras mentiras.
Yo no me enamoro.
Yo dejé de enamorarme el día en que aquél me postergó ante tantas prioridades. El día en el que sus besos se hicieron cortos. El día en el que en vez de devorarme sobre la mesa, me amó rutinariamente en la cama. Dejé de enamorarme, y me dije que lo que yo creía amor era deseo desenfrenado. Y que se saciaba, como sacarse la sed con agua.
Y así es ahora también, eso soy, un deseo desenfrenado. Soy todo lo que quiere ser tocado, con cariño, con violencia, con firmeza.
Entonces, basta cabeza de querer convencerme de que hay algo más allá de eso. Es simplemente una picazón. Que se vuelve cada vez peor, porque me rascaron por encima, engañosamente, y ahora pica el triple. Y el cuádruple, y me ahoga.
Pero no es más que eso, y si tuviera la oportunidad de rascarme como desesperada, de encontrarme con las uñas que busco y de pasármelas con fuerza por la espalda, estoy segura de que entonces todo se callaría un rato.
Y en silencio, pasaría la sensación de nausea.

Wednesday, December 5, 2012

Remer Quirar.

Los días pasan tan lento
que a veces me pregunto si es que pasan o me miento,
si estoy quieta en un mismo momento.
¿Avanzamos, o lo siento,
lo imagino, me lo invento?

¿Qué preguntas me sacarán de acá?
Tengo que aprender a escribir la realidad.
No pensar más, accionar, reaccionar.

Dejarme superar por la condena de ser masa consciente
de su existencia, de su muerte creciente,
de cada injusticia que envuelve la vida de éste ente,
y de su soledad que es aparente.

Porque en algún momento estamos todos unidos,
en algún universo todos somos conocidos.
Empezamos siendo pocos y nos reprodujimos
y el mismo Tiempo vuelve a repercutirnos
y repetirnos...

... que ¡basta! de locuras insensatas,
de soñar despierta, de creer que todo el mundo me ata.
Éste pensamiento interminable me mata.

Basta de entristecerme por todo lo que no es y expulsar tanta emoción,
cuando todo lo que es, es mejor que la ilusión,
y lo que puede ser, es pura construcción.

Tuesday, November 20, 2012

Naranja.


Que alguien me ayude a empezar a salir. O al menos al terminar de meterme.
Que me expliquen lo que ya se. Que se lo expliquen a mi cuerpo.

Estamos acá todos los gajos de mi Naranja, éramos todos jugosos pero nos dejaron caer en putrefacción.
Y con el calor transpiramos jugo dulce, nos empapa el cuerpo, nos ensucia la ropa interior.
Quisimos ser mordidos, besados. Pero fuimos olvidados, nos quedamos en el bowl de las frutas, solos. No nos eligieron.
Eligieron a la Manzana. Porque es fácil, y roja, y brillante.
Eligieron a la Banana. Porque es limpia, y transportable, comible en toda situación.
Eligieron al Mango. Porque es exótico y diferente, y ayuda a la digestión.
Y así eligieron una a una a todas las demás frutas.

Y nos dejaron acá, porque no sabrían bien cómo cortarnos. No querrían empaparse de azúcar naranja. 
Porque se sentirían infantiles agujeréandonos un costado de la piel para succionarnos, para chuparnos la vida y dejar la pulpa seca y vieja.
No quisieron exprimirnos porque suponían que no tenían la juguera apropiada.
Se pusieron excusas para no tocarnos, y nos abandonaron. 

Quizás, si les explicara que cada uno de nosotros podríamos llegar a ser una fiesta en sus bocas,
un alivio ante el verano,
una linda distracción...
Quizás, si les confesara nuestras ganas de ser engullidos,
tragados,
devorados.
¿Se harían sus manos entonces valientes? ¿Se animarían a agarrarnos, a cubrirnos con sus dedos, a arrancar esta coraza rugosa para encontrar nuestra juguetona suavidad?

¿O será acaso que no nos eligen, simplemente, porque no aprecian nuestro sabor?
¿Podrían considerarnos vomitivos?

Yo soy fruta de toda estación. Y me quedo acá, en el bowl, envidiando a esas Manzanas. Me quedo acá y tampoco me tiran, me dejan morir de a poco.
Me ven cambiar de color y no espantan las moscas que se juntan a mi alrededor.
Y soy verde, también blanca. Después marrón. Después basura.

Ahora no me queda más que preguntarme si no me eligen por ser basura, por ser podredumbre,
o si soy podredumbre porque no me eligieron.

Saturday, November 10, 2012

El orden elíptico en Las Hilanderas, de Velázquez.



Velázquez - La Fábula de Aracne o Las Hilanderas (Museo del Prado, 1657-58)


El cuadro a analizar es La Fábula de Aracne, más conocido como Las Hilanderas, de Diego Velázquez. Es uno de los cuadros más representativos de la corriente barroca, aunque su cuadro más importante y conocido es Las Meninas.

Diego Velázquez fue un pintor de la corte de Felipe IX que vivió entre fines del 1500 y mediados del 1600. Su trabajo principal en la corte era el de retratar a la familia real y otros personajes importantes de la época. Sin embargo, también capturaba momentos de la vida cotidiana de los pueblerinos, utilizando el concepto barroco del orden elíptico para representar dos focos de atención de igual importancia.

Velázquez nació en Sevilla, España. Era hijo de una familia perteneciente al escalafón más bajo de la aristocracia. Pacheco lo tomó como discípulo, y más tarde, le daría a su hija en casamiento.

Felipe IV, quien reinaba en esa época, era un hombre aficionado a las artes, y tras algún intento fallido, Velázquez logró participar como artista principal de la corte. El artista vivió en el palacio y comenzó a tender su ya marcado realismo barroco hacia el retrato de la vida real.  Sin embargo, supo continuar con su educación artística y expandir la temática en sus cuadros. Pintó algunos cuadros de carácter mitológico, como Los Borrachos (también conocido como El Triunfo de Baco), y varios cuadros que asentaban imágenes de los campesinos en su vida cotidiana.

Las Meninas, como mencioné previamente, es uno de sus cuadros más importantes y reconocidos, ícono del arte de Velázquez y del movimiento Barroco. Su gran interés surge de ésta mezcla de lo retratado, la familia real representada por la Niña Margarita, rodeada de sus damas de compañía. Pero ante todo, es la técnica a través de la cual nos incluye a nosotros espectadores como parte de la imagen retratada, la que llama la atención de aficionados y expertos del arte. Asimismo, es uno de los pocos cuadros en los que Velázquez se autorretrata.

En el caso puntual de Las Hilanderas, es interesante descubrir una mirada ideológica por parte del artista, que pone como focos de igual importancia a parte de la realeza y parte del llamado tercer estado. Así, pone en juego  la relación de jerarquías que se da entre las diferentes escalas sociales.
Éste cuadro actualmente radicado en el Museo del Prado, Madrid, expone al máximo el concepto de elipsis que rompe con la tendencia anterior de circularidad, según la cuál el foco de atención se dispone en el centro de la imagen, y el resto de lo retratado gana importancia en relación a la cercanía a ese centro.

La visión ideológica o social que surge de ésta circularidad hace a la distribución de poderes en el Estado Absolutista. El Rey es el centro, y la corte se ubica a su alrededor, más o menos cerca a él dependiendo del grado de importancia. El tercer estado queda por fuera de los cuadros Reales, y pasan a formar su propio círculo jerárquico en otras pinturas.

Sin embargo, la nueva elipsis da cuenta de aquél contraste de dos partes que se hacen necesarias mutuamente: no puede haber campesinos sin realeza ni realeza sin súbditos. Se diría entonces que no sólo hay una coexistencia de los focos, sino también que cada uno hace posible la existencia del otro. En términos del contraste, puede percibirse también un contraste explícito en términos de la iluminación. Siguiendo las teorías de las órbitas elípticas alrededor del Sol, comienza a comprenderse que un foco será siempre visible e iluminado, mientras que el otro será un centro casi tácito, oscuro.


Los dos centros en Las Hilanderas ganan importancia por diferentes motivos.

El área que representa justamente a las mujeres hilanderas, tiene importancia visual al estar en un plano más cercano al del espectador. Sin embargo, su luminosidad es notoriamente menor a la del segundo foco.

Aquí se retrata una de las partes de la sociedad, aquella que necesita la otra y que a su vez es necesitada por la otra. Se deja ver la coexistencia incluso en el espacio físico, aunque no estén exactamente en la misma posición o habitación que las damas nobles. El telón que una de las hilanderas pareciera estar atando, no sólo retrata la gran teatralidad de la época Barroca, sino que también se nos presenta como una especie de invitación a observar lo que pasa “detrás de cámaras”, a espiar ese mundo más invisible que pone en funcionamiento la vida de la realeza.

Incluso dentro del mismo foco podemos notar que las figuras, las posiciones y la iluminación hacen necesaria una visión de paneo, de pasar por cada uno de los rincones del cuadro para poder verlo en su totalidad. La mujer más iluminada está de espaldas, casi no muestra su rostro. Otras en más oscuridad gesticulan, como si charlaran. Están relacionándose en su cotidianeidad, trabajando para la nobleza pero de manera casi inconsciente, como si no pudieran o no quisieran meterse en aquél otro mundo que las juega más atrás, en la zona iluminada.

Éste segundo foco de atención, aunque lejano en relación al espectador, gana importancia por su iluminación, además de su posición central con respecto a los límites del lienzo. Aquí se representa aquella otra cara social, la de la nobleza. Y es interesante notar también cómo se la ubica casi como parte de otra pintura (el arte dentro del arte, una vez más, una especie de metalenguaje representado por Velázquez). Aquí, las damas de la aristocracia admiran una pintura. Una de ellas parece acompañarnos en el descubrimiento de aquél otro mundo oscuro, como si también estuviera espiando a las hilanderas (o quizás, como si nos estuviera espiando a nosotros).

Puede resultar extraño contextualmente que un cuadro de dimensiones del de Las Hilanderas (222,5 cm × 293 cm) represente una acción tan cotidiana, casi como un cuadro de género o de representación social. Sin embargo, muchos expertos ven éste cuadro como una representación de temática mitológica relacionada con la fábula de Atenea y Aracne, parte de una historia de Las Metamorfosis del autor Ovidio (un poeta romano que vivió aproximadamente del año 40 a.C. al 17 d.C.). En este mito, Aracne, una joven lidia, reta a la diosa Atenea para disputar el título de la más habilidosa en el tejido y bordado. Atenea se hace pasar por una anciana para intentar aconsejar a Aracne sobre su orgullo, pero finalmente entra en cólera y admite el reto. Es ella quien logra el mejor telar, pero por retratar los aspectos más humanos y deshonrosos de los Dioses, es castigada y humillada y termina por ahorcarse, pero no llega a morir ya que la Diosa castiga a Aracne convirtiéndola en una araña y obligándola a tejer por toda la eternidad.

En el cuadro podríamos ver a la joven de espaldas con la ropa blanca iluminada, trabajando en el tapiz que podría significar la gloria. A la izquierda podemos ver a Atenea en su papel de anciana, tapándose el pelo, pero sin embargo dejando una pierna joven al descubierto, lo que nos muestra que se trata en verdad de la Diosa.

La representación del fondo, el otro foco, podría ser interpretado como el final de aquella historia, en el que el tapiz de la joven humana está colgado y muestra a Zeus (padre de Atenea) en búsqueda de nuevos amoríos, lo cuál ofende a la Diosa. Asimismo, Atenea con su casco y armadura y la misma Aracne están representadas en aquél telar (o quizás por fuera de él, como parte de aquella clase noble que mira el cuadro).

Así, también se pone en juego en ésta interpretación mitológica del lienzo una coexistencia de lo divino y lo humano en un mismo terreno, en un mismo espacio y con una misma tarea.

En conclusión, hay más de una forma de interpretar éste cuadro. Ya sea como representación de la vida cotidiana de dos clases sociales diferentes, o como las dos partes de un relato mitológico, es notable la presencia de varios signos Barrocos, principalmente aquél del orden elíptico de la representación en relación al contexto histórico y social. La iluminación, la ubicación espacial de las figuras, y la relación entre aquellos retratados y el espectador frente al cuadro, son algunos de los aspectos que dan cuenta de la riqueza simbólica no solo de Diego Velázquez sino del Barroco como movimiento y forma artística con marcadas ideologías durante una época de cambios sociales que comienzan a desenvolverse.



Referencias:




Wednesday, September 26, 2012

Primavera en el Cordón.


Pasa cada vez más gente. Cada tanto levanto los ojos para encontrar otros.
Me gusta el azar.
No sé a quién espero. Quizás vos no vengas a buscarme. Y me vaya con otro, con cualquiera. Puede que en ésta misma cuadra, por éstas baldosas grises y pecosas como el pez de la estación de servicio y como el chico que sospechaba ser su hermano, pase alguna otra persona. Una llena de tiempo, que me invite a recorrer la ciudad. Una que me de la mano, porque sí. Porque así lo quiere.
Yo me agarraría fuerte de esa mano desconocida. Le pasaría la yema del pulgar por todas sus líneas. Encajaría mis dedos en las ranuras que queden entre los suyos. Los apoyaría en esa pielcita suave, casi elástica, que siempre me hace pensar en las ranas. Nos iríamos caminando a cualquier parte. Nos llenaríamos del Sol que le está dando una fuerte bienvenida a la Primavera. Recorrería el laberinto de sus orejas. La miraría a los ojos y le preguntaría su nombre.
¿Qué importancia tiene un nombre? ¿Nos define, de alguna manera? Si es a través del lenguaje que incorporamos mundo, ¿es un nombre una forma de incorporarnos unos a otros?

Si esa persona viniera, si me tocara, si me ayudara a levantarme, entonces yo no tendría más remedio que dejarme rescatar. Me escaparía sin miedo del ruido, de mi cabeza, de la tuya. Me entregaría a su ritmo, a su paso. Me dejaría invadir por el Silencio. Le pediría que no me pregunte nada.
Quiero jugar con un por siempre desconocido. Quiero no saber. Que no me importe su historia, que no le importe la mía. Hacernos compañía por un día entero. Por un día eterno.
Seríamos entonces, desconocido y yo, inocentes. Inocentes por completo. No habría nada entre nosotros más que espacio, o quizás ni siquiera eso. Quizás nos pegáramos, un cuerpo al otro. Y si entonces se nos dificultara la tarea de caminar, nos sentaríamos en cualquier cordón. Yo apoyaría mi cabeza en su hombro. La dejaría caer con todo su peso. Y a su vez absorvería el de su cabeza sobre la mía.

Pero la gente pasa y apenas me nota. Alguno me mira, por un instante. Pero en cuanto entienden que mi mirada persiste, intentando penetrarlos, desvían los ojos hacia abajo, hacia adelante. Ninguno me tiende una mano. Ninguno me toca.

De vez en cuando, en esos momentos en que siento que camino en sentido contrario al de la masa de peatones, suelto las manos y las dejo pasear, tocando. Tocándolos. Suave. Algunos se dan vuelta extrañados. Muchos ni lo perciben, o pretenden no percibirlo.

¿No sería el mundo un mejor lugar si nos habláramos menos y nos tocáramos más?

Monday, September 3, 2012

Ida a Ezeiza, por favor.

A veces hay que escucharse y otras hay que callar, que entregarse al sonido del viento y del Sol, y del aliento que inspira tabaco de esos labios secos que me sonríen todas las mañanas, llenarse los ojos de luz y de gestos, de arrugas, de camperas que pasan y son arrancadas de los cuerpos, tocar un acorde y no tentarse a pensar en la letra, o en el día en que la escribiste ni en la razón de esa felicidad, simplemente ser como el pasto que no se cuestiona ni se da por vencido entre tanto cemento, solo crece y se vuelve casi una alfombra mullida cubierta de termos y borcegos con medias cansadas, transpiradas.
Hasta el olor ácido de la estación de tren puede ser hermoso, todo es el viaje y todas las paradas tienen un mundo nuevo como el juego que proyectábamos en la casa de Tío, y todo se une porque uno es el hilo conductor de sus historias, y puede cambiarla y modelarla a su antojo; no existen drama y comedia, solo momentos de otredad móvil que nos ramifican los puntos de vista, hasta convertirnos en un árbol gigante, y no sabemos en qué rama estamos parados en cada instante. Eso que dijimos tantas veces, todos somos muchos, pero quizás en verdad somos uno solo en diferentes espacios y tiempos, en coordenadas que varían, y quizás éste tren no tenga que transportarme a un lugar de tristeza y soledad, quizás me sorprenda una aventura o al menos una sonrisa de mi parte, que yo misma me sonría y me ame tanto como me acmé acá, en ésta ciudad con sus pequeños rincones de escape.
Como mosquitas o polillas, todos salimos con la luz, el Sol llena todas las plazas, abre las ventanas de todos los colectivos y todos pasan, pasamos, y nos quedamos, nos detenemos más porque todo es más visible y cercano.
Si me atacan tus pensamientos me pregunto si a vos te atacarán los míos, pero después comprendo que quiero sentir y no pensar todo el tiempo, y quisiera que el tren arrancara para que no me invada la quietud que me lleva inevitablemente al pensamiento, y se cierran las puertas, algunas, ahora todas. Tengo un hombre al lado y me detengo unos segundos a observar a la gente. Me hago consciente del nivel de pensamiento que va tanto más rápido que la lapicera, y otro más rápido aún, me pregunto si serán infinitos y me pregunto cómo entran tantas cosas dentro de uno y cómo todo nos modifica, me pregunto cómo ser espontánea y repetitiva a la vez, y cómo bloquear las cadenas de recuerdos que me llevan a él, o si debería simplemente dejarlas aflorar y pasar y desaparecer, aunque tenga miedo que esto cause que él se quede mucho tiempo, o que se vaya demasiado pronto.
Quizás ésta es mi vida, ésto y nada más, y está bien, quiero más pero está bien, porque miro a las personas a los ojos y a veces recibo sus miradas, y eso ya es algo, o le regalo una canción al mundo y siento que vuelve a mi de mil maneras. Y siento que la muerte existe pero no es real, todo es una ilusión, y el imaginario es infinito, y todo lo que crea lo haré y todas las angustias pueden nacer y crecer y partir, como niños, y esas angustias seguirán su propio camino, cambiando a los demás como a mi me cambian y tocan las angustias de esos demás, o de otros. Todo lo que me toca puedo repudiarlo o tomarlo e intentar amarlo, y un paisaje nunca es el mismo dos veces, veo tantas cosas nuevas haciendo el mismo viaje.
Todos nos preguntamos si alguien se preguntará las mismas cosas que uno, hay algo de filosofía existencialista intrínseco del ser humano, creo que mucha gente subestima a la gente. ¿Es la Soledad consecuencia del Amor o es el Amor consecuencia de la Soledad? Ambos coexisten, son el huevo y la gallina, hay algo más, algo que todos en algún momento deseamos.
Es increíble la cantidad de gente que uno no conoce, a todos lados donde mito hay gente y más gente que no conozco, que nunca ví o que no recuerdo, y tanta más gente que nunca veré siquiera, tantas caras, todas diferentes, todas únicas, casi infinitas que jamás imaginaré, tantas facciones que nunca sabré que existen.
Necesito hacer el amor porque necesito sentir que soy más que una, y hacerlo con muchas personas, que me extendería a ser tantas más, como compartir una tarde o una guitarra o un mate o un bostezo que pasa de boca en boca o también una mirada o un guiño o un aplauso conjunto, quisiera poder cerrar los ojos para verlo todo, para verlos a todos y no volver a las mismas imágenes, quiero dormirme escuchando los cantos de los vendedores del tren, con el movimiento de los vagones y los golpecitos de mi cabeza contra la ventana, y despertarme lejos, como sin esperarlo, como si me hubiera tomado otro tren, equivocada, y no me quedará más remedio que perderme en calles nuevas, y vivir de nuevo, como si nada hubiera existido, como si el sueño lo abarcara todo, como si todo mi pasado se redujera a una alucinación de la siesta en el tren.
Quisiera ser otra y encontrarlo a él en otro, que es siempre la misma persona pero que cambia de apariencia, de cuerpo, de nombre, que cambia a medida que voy cambiando yo para encontrarme e iluminarme nuevamente, preparándome para el próximo cambio; así nos enamoramos y desencontramos para mutar y volver a ser, y somos a la vez un mismo amor compartido por todos, en cada una de nuestras formas y sus transformaciones, y todo queda atrás como el paisaje, no importa la velocidad, tarde o temprano dejamos de verlo, queda a nuestras espaldas, y ni alcanzamos a despedirlo, sólo se va casi sin aviso, sin última mirada.
El mundo está repleto de últimas miradas que se toman muy a la ligera, porque no tenemos consciencia de que eso es precisamente lo que son, últimas miradas, y me gustaría que nuestra última mirada llegara así, sin aviso también, que me tome por sorpresa y no logre retenerla ni recordarla, como pasó con la persona que fuiste antes, con la persona que él fue antes, y de la que ya no se nada, nada en absoluto, ni sabe él nada de mi, y pienso que quizás me cruce con esa en la que yo me haya convertido para él, y veo que no tiene sentido volver a una misma persona, porque sería retroceder, o volver a ser alguna otra encarnación que ya viví. Dejo de extrañar y de ansiar, porque sólo hay que dejarse modificar, como en los ejercicios de actuación, no lo busques, dejá que algo te modifique, esperá atenta y bien abierta a todas las posibilidades.

Si algo nos llega del Sol, tanto, estando tan lejos, algo tiene que llegarte de mí. Y por eso ahora pienso que no todo es casualidad.

Monday, August 20, 2012

Mi Casa.

En tan sólo tres días todo mi sistema emocional se revoloteó como si un tornado le hubiese pasado por encima dejando más cosas de las que se lleva. Hay algo que me queda claro, que en algún momento siempre lo supe: reprimir enferma. 
Ahora estoy así, literalmente enferma, con nauseas y presión bajar. Tengo el estómago todo anudado. Todas las partes de mi cuerpo tiran cada una para su lado, y no sé si voy a expandirme o destruirme.
Claro que esconder, y esconderse de uno mismo, tiene también el beneficio de poder vivir en una linda fantasía. Todo es fácil, y todos somos amigos, y nadie va a sufrir porque todo se va a suceder a la perfección. Y yo no voy a sufrir porque todo siempre pasa.
Pero de pronto te ponen la realidad, tu realidad, cruda. Como la carne picada que una vez dejé en la cocina, y que hizo que Clari gritara: "¡Annita, hay un cadáver en la mesada!". Así. Justamente. Me dejaron un cadáver en la mesa. Y quizás por pura morbosidad, o por costumbre a mirar todas las cosas excelentes que me señalás, miré el cadáver. Miré la carne. 
Listo, una vez que lo viste no podés no verlo. Chau. Se rompió la ilusión porque ya sabés cómo está construida. En poco tiempo empezás a caer en la realidad de que sí vas a sufrir. Me empiezo a atajar, empiezo a decirme que me quede tranquila. Que me calle, porque las palabras sólo pueden pudrir más la carne. No sé nada, no quiero saber nada, pero ¿cómo no saberlo? 
Yo nunca pude creer en nada. No pude creer en Dios, ni en Papá Noel, ni en los Reyes Magos, ni en la Amistad, ni en el Amor, ni en nada. De más grande traté de armarme algunas mentiras y me convencieron esas últimas dos.
Pero para una persona que nunca creyó, empezar a creer en algo es demasiado peligroso. Porque cuando finalmente ves que tu creencia es simple, pura mentira, te desgarrás. Se te rompe algo que no lo pegás ni con Unipox. ¿Y qué haces ahora que para vos cambió todo? ¿Te despertás y te levantas como siempre, cuando el despertador ya sonó al menos tres veces?
Lo más curioso es que soy una persona a la que le gusta el cambio. Me gusta mudarme, me gusta empezar de nuevo, me gusta moverme. Pero que me vengan a romper a patadas los dos únicos pilares, las dos únicas cualidades humanas más allá de las científicas en las que pude creer...
Del desamor aprendí que de veras nada es para siempre. Antes juraba que existía el Amor Eterno. Ahora no estoy tan segura. Pero es aún peor: preferiría que no. Preferiría no amar a alguien por siempre. Solía ser mi parte favorita de mí, esa que pensaba que yo podía estar enamorada toda la vida de la misma persona. Ahora mi mente quiere expulsarla, dejarla sola, humillarla. Taparla con todo-pasas. 
Pero al menos tenía en claro que reprimir enferma. Que pudre y mata. Que es mejor gritar todo como si te saliera un río de la garganta, que envuelve todo en su caudal y escupe y empapa a quien esté en tu camino.
Hoy veo claramente que me perdí. En algún momento. ¿En qué momento decidí que era mejor callar y olvidar? ¿Cómo pude tragarme esa mentira? Si todas mis células del cuerpo se estaban uniendo en una misma fuerza y tirando para un mismo lado, ¿cómo fue que las confundí tanto? ¿Cómo las desvié?
No sé bien qué me hizo pensar que podía ser peor la realidad. No terminé de entender que la realidad siempre llega. ¡Basta! Date cuenta mujer, que aun callando estás poniendo tu corazón en la línea. Incluso encegueciendo ante las razones, estás dejándolo entrar. Estás dejándolo desordenar todo. Y si está adentro pude romper, puede robar, puede dejar la puerta abierta. Y peor: puede salir. 
Date cuenta, porque mirar a alguien y sonreír inevitablemente es dejarlo lastimarte potencialmente. ¿Cómo pudiste creer que tenías todo bajo control, que no te ibas a permitir sentir nada? ¿No te conocés, acaso? Si planeabas imaginarte impenetrable, independiente, inconquistable, al menos lo hubieras hecho con conciencia. Al menos lo hubieras gritado. Lo hubieras dictado para que todo tu ser lo supiera, para que todas actuáramos de la misma forma. Nos hubieras convencido del todo. 
Ahora, después de muchos meses de reafirmarme en mis no creencias, en sólo tres días se me volvió a mezclar todo. No puedo ahora borrar de mi cabeza la imagen de la carne picada, ni la de tus ojos que busco siempre con miedo de encontrar. Ni mis planes irracionales, ni mi miedo a abrazarte y no poder escapar después de tus brazos. O de que me ahorquen, me asfixien. O de que me tiren fuerte, me empujen, me hagan caer y me pise un colectivo.
Yo ahora sé lo que algo acá siempre supo. Que si temía dejarte entrar era porque sabía que no te ibas a quedar en el pasillito, o pispiar la cocina, sentarte en una de mis sillas, o pasar al baño. Ibas a entrar a mi cuarto, a subir a mi terraza, a mirar por mi ventana. La ibas a abrir, te ibas a comer un pan e ibas a dejar miguitas por todos lados, y llenarme el piso de tus huellas, y las paredes blancas de manchas de tus manos. 
Y quise evitarlo, de verdad quise. Pero no me di cuenta que por no ver las cosas claras te dejé entrar por otra puerta. Vos silencioso, me ayudaste a no notar. Muy sigiloso te sentaste ahí, casi invisible. Y yo me acostumbré, o logré no verte. Hasta que de pronto se te ocurrió gritar. Me pegué un susto que casi me muero. Gritaste y te levantaste y me cuestionaste, y saliste corriendo, y te llevaste puestas mis cosas, y te fuiste dando un portazo que dejó la puerta medio mocha y ahora no cierra bien.

En fin. Yo me quedé acá, de a poco descubriendo cosas y más cosas rotas. Tratando de arreglarlas y acomodarlas. Puse todas mis energías en eso. Porque era necesario, o porque me lo pediste. Pero todos sabemos que no me gusta ordenar y limpiar. Asique ya basta: voy a disfrutar del despelote. Me voy a revolcar entre los pedazos, y bailar las músicas de las palabras de mis pensamientos. Me voy a dejar caer y girar. Voy a confundir a la confusión, no quiero planchar ningún pliegue. Quedar así, arrugada, con muchas curvas por explorar. Las iré descubriendo a su debido tiempo. Yo. Sola.
Porque eso sí, prometo no meterte más en mi desorden. Mejor aún, prometo sólo dejarte meterte hasta donde quieras. Tomá, podés ver lo que hay si tenés ganas. Si no las tenés, no te preocupes. Si preferís no saber, si te parece que ya bastante tenés apilado en tu propio living, entonces no mires. Yo voy a hacer mi mayor esfuerzo por no hablarte lo que aparezca acá, por no empaparte de mis ríos y llenarte los pulmones de mi polvo.
Pero sí lo voy a hacer yo. Reprimir enferma, y es lo único que éste remolino reafirmó. 
Que no te lo hable a vos, no significa que no pueda hablármelo a mí.

Que no te lo hable a vos, no significa que lo tenga que callar.

Sunday, May 6, 2012

Eso que Existe para Vos.

Vos, que creés que no se de odio. De desesperación. De tristeza.
Vos, que me mirás desde alto. Me juzgás a cada minuto. Me imaginás y te dejás decepcionar por mi realidad.
Vos, que te cansás de explicarme. Que te cansas de que no entienda. Que pensás que soy demasiado inocente, demasiado idealista, demasiado enamorada.

Dejame decirte hoy que tengo mucho más para decir de lo que sospechás.

Vos, que lo tenés todo. Pero sos infeliz.
Vos, que te encontrás apto, capaz. Que filosofás, que hablás fuerte y claro y no titubeas.
Vos, que te considerás honesto y certero. Pensás que miento. Y que me engaño.

Me gustaría enfrentarte a un espejo. Que te veas, lo que sos, lo que hacés.

Vos que me pasás por alto. Que creás momentos mágicos para después tirarlos entre toda tu basura.
Vos que te hundís en un vaso de tu propia saliva. Que te encerrás y te alejás.
Vos, que te escondés.

Quisiera gritarte que estás equivocado. Que te estás equivocando a cada instante. Que soy mucho más de lo que quisieras creer.

Sospecho que tu soledad se parece a la mía.
Y que te sentís insignificante.
Si elegís coleccionar historias prohibidas, y creerte dueño de las palabras ajenas, y autoproclamarte causa de felicidades. Si preferís construír un mundo diferente a cada instante. Si te gusta vivir sólo por momentos, sólo en sueños. Si realmente querés convencerte de que no tengo sentido, que soy apenas una diversión.
Entonces, tendrás que jugar solo.

Después de todo, no me conocés en lo más mínimo.
Después de todo, ambos somos simplemente productos de tu imaginación.

Y, sin embargo, existo.
Tocame. Sentime. Escuchame gritar.
Mirame. Veme. Por una vez, simplemente dejate ver. Y recién entonces decidí que no valgo la pena.




Y sin embargo, ¿existo?
¿O será que sólo existo en vos?

Monday, April 9, 2012

Ni te me acerques si no me vas a Amar con Locura.

Quizás el error haya sido nunca haber aprendido a extrañar con calma. A amar sin morir de pasión. A abandonar las esperanzas.

No entiendo porque me lastima tanto llevar cosas adentro. Como si cada pensamiento me pesara, ocupara un espacio. Tengo que sacarlo del alguna manera. Tengo esa maldita costumbre de sacar, y sacar. Y no sé bien qué hacer cuando no puedo sacar, cuando ni siquiera entiendo lo que tengo adentro. Me duele la panza, y siento la necesidad de vomitar palabras, ideas.
Me gustaría poder pedirle a la gente que no me decepcione, que no me abandone. Poder advertirlos, al instante de conocerlos, de mi sensibilidad. De mi amor loco.
No me arrepiento de nada, pero ¡qué difìciles son los recuerdos! Qué rara la sensaciòn de que cuanto más fuerte los empuje, menos van a salirse.
Qué horrible saber que lo que pasa en mi cabeza no es lo que pasa en la realidad. Quisiera que ambos mundos se encontran. En cualquier lado. Que se cruzaran y se alinearan.

Crecer, hasta ser tanto más grande que vos y que yo y que todo.

Correr e irme de aca, salir gritando, gritando mi pasado y mi presente y dejarte ir con el viento y con mis gritos...

Sunday, April 1, 2012

Para Paul.

A veces uno encuentra una amistad en donde jamás lo hubiese sospechado.
Ese es tu caso.

Nunca nadie como vos había significado tanto para mí. Ahora mismo, queriendo escribirte, se me llena el corazón de recuerdos y de tristeza. Porque sé que deberías estar acá, a mi lado, como siempre que me siento en ésta silla. Sé que algo me falta y que nunca va a volver a estar.
Espero que me hayas entendido, al menos alguna vez, cuando te decía que te amaba. Espero que algo haya llegado a tu cabecita. Espero siempre haberte dado todo mi cariño. Haber retribuido un poco de todo lo que me diste a mí.

Cuanto más lo pienso, no hay persona que haya estado siempre para mí. No hay persona que me haya sido tan fiel, que me haya esperado todos los días con besos y mimos. No hay persona que se diera cuenta de mi tristeza tan rápidamente y viniera a mostrar su apoyo sentándose a mi lado.
Fuiste mi compañía en mis peores momentos. Lo fuiste también en mis alegrías. Me viste llorar y gritar y saltar y reír y cantar. Nunca me juzgaste, quizás porque no podías y quizás eso te hiciera fantástico. Nunca me traicionaste como muchos me advirtieron que lo harías. Estuviste a mi lado siempre y perdonaste todos los momentos en que yo te fallé, en que no te di la atención suficiente, la que merecías.
Te acostumbraste a mí, cambiaste por mi. Perdiste tus miedos por mí. Hiciste de mi casa sola y blanca un hogar. Ya no era yo, éramos los dos.
Siempre te escuchaba del otro lado de la puerta cuando me faltaban sólo unos metros para llegar, ansioso de verme como jamás nadie lo había estado. Encontré en vos ese amor que no cambia y no termina, ese amor que no supe encontrar en las personas.

Me duele pensar, una vez más, que todo lo que amo me abandona. Nunca se me había ocurrido pensar que vos también tendrías que partir. Tan pronto...
Sólo deseo que hayas sido feliz, que tu tiempo conmigo haya destruido todas las oscuridades con las que llegaste.
Nunca voy a olvidarte, ni siquiera las imágenes del primer día en el subte, cuando todo lo que eras me entraba en una sola mano. Y ahora me llena por entero el querer.
Nunca ésta Soledad olvidará lo que fue tu Compañía.

Te amo Paul. 

Wednesday, March 28, 2012

Querido Ser Humano.

Me voy de mí misma, me pierdo las reglas.
Me gustaría poder imaginarte, u hojearte como a un libro. Un libro infinito. Un libro sin pausas, sin escenas de transición. Pasarme noches enteras en vela hasta aprenderme de memoria cada una de tus líneas. Hasta definirlas, hasta crearlas, hasta dibujarlas.
Me desespera no poder hablar del todo. Como si no llegaras a escuchar los secretos que susurro. Como si no pudieras advertir mis pedidos de socorro.
Me encuentro buscándote en mis rincones más recónditos. Me desarmo, para no pasar nada por alto. Y vuelvo a armarme más descarada cada vez. Aúllo, y te pierdo. Y te olvido...

Me olvido del silencio.
El silencio es la pregunta y las respuestas interminables. Es reír y creer. O querer creer.
El silencio es jugar entre los laberintos de mi mente sin seguir la regla que Padre me enseñó alguna vez y gracias a la cuál puedo salir victoriosa de cualquiera.
Perderme, empaparme de silencio y de posibles futuros imposibles. Y de recuerdos planeados.
En mi interior no falta nada ni sobra nada. Todo de mí conoce la perfección de los hechos que nos rodean y que te transforman inevitablemente en el centro de mi ambición. No podría funcionar de ninguna otra manera, como las finas piezas de un reloj de los de antes. Todo encastra en el lugar preciso.

Aún así, no puedo evitar preguntarme por qué. Reviento en mi psicología e intento descifrarla. Pero soy ininteligible, especialmente ante mí misma.
¿Cómo saber si enloquecí o estoy más cuerda que nunca?
¿Cómo deshacerme del Tiempo y el Espacio, que me abrazan y me ahogan?

Quisiera contarte, cantarte, escribirte, repetirte, envolverte, taparte, desnudarte, gritarte. Y comerte, y tragarte hasta que seas tan parte de mí que te pierdas en mis mismos laberintos.
O mirarte de lejos, y comprender que lo que te hace fantástico es que no seas mío.

Thursday, March 15, 2012

Conocer.

Cuando una persona te enseña algo, está regalándote ese algo para siempre. Lo enseñado es un tatuaje que se lleva aún más allá de la piel. Su diseño se conforma de palabras pensadas, o incluso quizás al pasar, que hacen las veces de aguja.

Algo nuevo se me mete en las venas. Algo nuevo despierta una neurona perdida que a su vez avisa a sus hermanas. Juntas todas pretenden asociar ese novedoso conocimiento. Y me remiten a momentos. Me recuerdan palabras. Me hacen sentir cosas. Nuevas. Viejas. Tantas.

Si me dan un regalo inesperado, me sorprende la facilidad con que mi cuerpo lo recibe. Como si mi espíritu se alimentara de datos, personas, canciones, mundos. Se abren a la vez infinitas preguntas, se pelean por ser respondidas, por escapárseme por la boca. Y tengo que guardar tantas...
¡Cómo quisiera escupir cada cosa, hasta quedarme vacía, sin ninguna! ¡Qué increíble sería poder mirar a una persona a los ojos, y automáticamente conocerla, conocer lo que ella conoce!

El mejor regalo es el que te dan sin darse cuenta. Esos momentos en que una persona te habla con total naturalidad de aquello que le resulta cotidiano, y que a vos se te presenta como un universo inexplorado. Cosas que ni siquiera sabías que no sabías. Y eso me hace dudar, si realmente el otro es persona. Si yo soy persona.
¿Seremos una nube de pensamientos, de caprichos, de enfermedades, de cosquillas? ¿Seremos las infinitas partes de una comunicación imposible? ¿Seremos iguales, diferentes, sufriremos de la misma manera aunque no sepamos las mismas cosas?

Saber es amar. Enseñar. Regalar un pedacito de uno. Todos los días lo recibimos. De Padres, Amigos, Vecinos, Desconocidos. Todos los días, alguien nos muestra algo que de alguna manera nos cambia la vida. Esas sos las pequeñas porciones de mi existencia que me gustaría conservar.

Porque me gusta pensar, que no importa qué, ni quién, ni cuándo. Que estoy hecha de miles y miles de pedacitos de otras personas.

Porque me gusta pensar, que todo lo que me enseñan me aleja de la soledad.