Wednesday, October 20, 2010

Huelgas Inmorales.

La ciudad apesta más que nunca.

Ayer vi por primerísima vez en mi vida una rata. Debo admitir que estaba muerta, lo cual le quita bastante interés a la anécdota. Pero la vi. Estaba a solo unos metros de la Facu, y hubiera querido no verla, pero cuando mi compañero dijo con el índice al aire "¡Una rata muerta!" mis ojos instintivamente la enfocaron. Horrible.

Me hizo acordar a aquel hámster marrón que me regalaron y que siempre detesté. Recordé cómo me mordía, y que olor insoportable emanaba, qué difícil se me hacía dormir con el ruido de sus patitas en la rueda sobre la que jugaba. Recordé como murió y como escondí mi maliciosa felicidad.

Me pregunto cómo todavía hoy hay gente que no se enteró de la huelga de vehículos recolectores de basura. ¿Cómo no advertir las enormes pilas de bolsas negras en cada esquina? ¿Cómo evitar sentir el repugnante odor que se cuela en cada respiro? Por favor, díganme su secreto.

Yo, por lo pronto, estoy más limpia que nunca. Ordené toda mi casa y la limpié, y así la estoy manteniendo, para contrastar un poco con el ambiente exterior. Usé mucho CIF crema (que es realmente asombroso a mi parecer) (no, no me pagan por el chivo) (si algún encargado de marketing de CIF esta leyendo esto, acepto cheques y efectivo), un trapito que solía ser amarillo, escoba, y, entre otros utensilios propios de limpieza, unas 200 bolsitas plásticas.

A propósito de las bolsitas plásticas: Padre siempre hincha con la ecología y bla bla blá. Por eso me regaló una "bolsa ecológica" de las que venden en Disco e insiste en que la utilice para todas mis compras. Así lo hice durante un tiempo, hasta que me encontré gastando más dinero del usual ya que tuve que empezar a comprar bolsas de basura por el déficit bolsitaplatical que se produjo en casa. Estas bolsas para residuos son en tamaño superiores a las que te llevás del supermercado cuando hacés las compras. Pero como vivo (cuasi) sola, y como mi tacho de basura es pequeño, las bolsas las terminaba usando hasta la mitad, para luego tirarlas. Claramente, las bolsas que compró Padre son base de una paradoja ecológica y financiera en la que me vi enroscada, hasta que decidí volver a usar las pequeñas bolsitas blancas anti-medioambiente que te dan en el supermercado.

En fin, hoy a la mañana, en una esquina lejana, me pareció divisar un camión recolector, asique tengo esperanzas. Just in case, keep your fingers crossed.