Monday, November 23, 2009

Esas (Odiosas) Etiquetas Jerárquicas Escolares.


Como suelo escribir de la experiencia propia y a mi vida no le pasa naranja, quisiera un espacio para hacer pública una queja. Sé que no es lo más alentador, sé que todos estamos cansados de escuchar y leer quejas. Sé que peco de molesta e inoriginal. Pero la realidad es que, quiera o no, quejarme es única y exactamente lo que me surge en éste momento.

Voy a quejarme de las pendejadas. De toda esa gente que aparentemente dejó de crecer en tercer grado, y por lo tanto sigue con la misma mentalidad naif y peleadora.

En realidad, y permítanme romper el tradicional orden cronológico comenzando por los hechos más recientes, todo esto que me venía dando vueltas en la cabeza terminó de concretarse ayer. Voy a comentar, para un mayor entendimiento por parte del lector, que desde hace un tiempo estoy trabajando nueve horas por día (con excepcionales momentos de distracción como, por ejemplo, este mismo), lo cual provoca que llegue a casa totalmente exprimida de energías. Así es, me sacan hasta la última gota. En consecuencia, no puedo hacer mucho más que tirarme a la cama, y para evitar pensar (que es lo que inconscientemente me surge en momentos de soledad y silencio) y seguir usando el cerebro, me pongo a ver películas o series. Conste que no tengo televisor en casa, lo que conlleva a la repetición periódica de dichas distracciones.

Así, hace unos días empecé, por decimoquinta vez, a mirar desde el primero los capítulos de una típica serie Norteamericana, GG. Trata de lo que muchas en los últimos años, la vida de los ricos, los privilegiados, los adolescentes viviendo el sueño consumista. Y por supuesto, todos los dramas, anomalías familiares y demás hechos desafortunados que se esconden tras esa fachada de perfección.

A su vez, como en muchas otras series y películas toando temas similares, se trata hasta el hartazgo los problemas de la jerarquía social en el colegio secundario. Está el personaje en papel de 'Queen Bee', la mandamás, la que pone las reglas para el resto del alumnado, la que define qué es la popularidad, que está in y que out. A su alrededor, un pequeño séquito que debe cumplir sus reglas para ganar el sentimiento de pertenencia al grupo elite del que desean ser parte. Y todas las demás (hablo mayormente en femenino porque en éstas series, y supongo, también en la vida real, los varones suelen ser mucho menos complicados) son las víctimas. Las que no son suficiente o no tienen suficiente, o simplemente llevan un estilo de vida inaceptable para la dictadora en mando.

Ahora, sin dedicarle demasiado tiempo, podemos deducir fácilmente que algo suena fuera de lugar. Con esto quiero decir, que el grupo que se forma y del que todas quieren ser parte, no podría de manera alguna constar de real amistad. Ese sentimiento es al que menos importancia se le da, puesto que la forma de vestir o los lugares a los que salís podrían descalificarte por completo, mucho más allá de los actos de amistad llevados a cabo. Sí hay una fuerte (aunque inválida) idea de lealtad. Lealtad al grupo, lealtad al cumplimiento de las reglas, lealtad a la enemistad ajena. Digamos, no hacemos nada que el resto del grupo no haga, hacemos todo lo que el grupo disponga, y no somos amigos de los enemigos de los que forman parte del grupo. No hablamos con un flaco que hace doce años salió dos semanas con una de mis amigas, por más que muramos de amor. No le contamos a los padres de X (siendo X un integrante del grupo) que su hija se está drogando o tiene alguna clase de problema realmente jodido, aunque quisiéramos hacerlo por preocupación. No tenemos amigos fuera del grupo, o al menos no les dedicamos un tiempo mayor ni igual que al que le dedicamos al grupo. Y otras pelotudeces de ese estilo. ¿A cambio? Reconocimiento. Respeto. Admiración. Envidia. Poder. Ni más ni menos que lo que el hombre busca.

Uno se creería que exagero, yo o los guionistas de dichas series o largometrajes. Bueno, por supuesto, las reglas no siempre están tan explícitas. Pero les puedo asegurar que esto existe. Lo viví en carne propia, lo sigo viviendo. Y no me quejo de personas en singular, ni de las Queen Bee ni de los séquitos del mundo, sino del hecho social en sí.

Ahora, se entiende que desde que existió el hombre existió la discriminación y las diferencias. Estoy segura que hasta en las etnias más antiguas Hombre 1 con dos rocas se sentía mucho más importante que Hombre 2 con una roca, y que a la vez Hombre 2 envidiaba y deseaba ser como Hombre 1. Se podría entender, entonces, que algo tan propio del ser humano, algo casi instintivo, fuera difícil de borrar. ¿Pero no deberían enseñarnos esa clase de cosas? Y no me refiero al discurso de “Chicos, no hay que discriminar, todos somos iguales” bla bla blá. Me refiero a algo más básico, y que va casi al revés. Enseñarnos a no sentirnos mal con nosotros mismos, a no querer ser como otra persona o poder pertenecer a un grupo por ganar cierto poder. Si queremos estar con otras personas, ¿no sería lógico que el motivo fuera que apreciamos su compañía, que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, que los queremos? Porque seamos sinceros, enseñarnos a no ser “malos” con los demás es mucho más difícil de lograr que enseñarnos a ser “buenos” con nosotros mismos.

Pero para no irme tanto de tema, sigo con lo mío. Que ésta clase de cosas se den en el colegio primario, es entendible. Sos chico, y querés ser amiga de la más linda, de la que tiene novio, de la que tiene el TV Teddy (¡Qué vieja estoy!) o casa con pileta o una mamá que la deja quedarse despierta hasta las doce. Y bueno… como cuando sos chico la verdad es que la pasás bien con cualquiera, no es demasiado importante.

Que pase en la secundaria ya me parece un poco más raro. Digamos, a los 16 años ya sabés más o menos con qué clase de gente la pasás bien, quién te resulta interesante y quién no. Y pasar por el sufrimiento de estar con gente que no te bancás o que te hace sufrir o que te obliga a ser de cierta manera, me parece una pelotudés. Ya tendrías que saber que vos sos suficiente y sentirte bien con vos mismo, y no pensar que necesitás ser parte de algo más grande y externo. Pero todavía es mínimamente comprensible, ya que si seguís en el mismo círculo cerrado que tenías a los seis años, es difícil que dés un paso al costado y te pongas a pensar por vos mismo en vez de seguir a la manada (que, aceptémoslo, es siempre mucho más fácil y cómodo).

Ahora, que pase en la facultad, una vez que ya egresaste y conociste ambientes y gente nueva, que ya por fin pasaste por los varios dolores e incomodidades de la pubertad, una vez que te enfrentás sólo al mundo y aprendés así que no necesitas a todas las ovejas marcándote los pasos alrededor para sobrevivir… ¿Cómo puede ser que algunos sigan metidos en su estructura de secundaria? ¿Cómo puede ser no crezcan, no cambien al ritmo en que su propia vida lo hace? ¿Cómo podemos seguir esperando vivir de la misma forma cuando todo lo demás es repentinamente tan diferente? Y en el caso en que vos decidas tratar de seguir viviendo como lo hacías antes, ¿cuál es la necesidad de romperme las pelotas a mí, que siempre hice lo que quise, y mientras fue lo mismo que quisiste vos no te jodió para nada?

A lo que voy, puntualmente, es a que si uno no quiere cambiar, o si simplemente no tiene la necesidad, pues bien por ellos. Si yo siguiera en la secundaria sin ninguna responsabilidad o si mi entorno no hubiera cambiado tanto, seguiría seguramente en la misma, y la pasaría bárbaro. Pero mi vida cambió, y hoy por hoy la paso bárbaro también porque no necesariamente los gustos se mantienen. Como cambian las etapas cambia lo que buscamos, lo que nos hace feliz. Y ahí te das cuenta que las que creías tus amigas inseparables, no pueden ver más allá de esa estupidez de grupo. Te das cuenta de que no te aceptan por lo que sos, sino por lo que hacés o dejás de hacer, y con quién lo hacés o dejás de hacerlo (éstas últimas palabras parecerían tener una connotación sexual pero no fue la intención, aunque tampoco es descabellado si las interpretamos de esa forma).

En consecuencia, no les importa realmente si yo estoy mejor ahora que antes (cosa que creo cierta), si soy más feliz o no. Se enojan por cosas que no tienen sentido, por cosas de chicos. Y en vez de hablarlo claramente hacen esas guerras de ‘Queen Bee’, te desplazan, te dejan de lado, buscan hacerte sentir mal y sola.

Y me quejo, no porque esté enojada ni porque me duela, porque la realidad es que (y no quiero sonar presumida pero es así) I’m over it. Pero me quejo y semi-públicamente porque me gustaría saber si alguien comparte ésta opinión o cree que todo ese liderazgo y jerarquía están bien, son necesarios, tienen un propósito o fin, etc. Me quejo porque no quiero sentir que perdí mi tiempo, mis energías, mi cariño y hasta mi plata por personas que no son capaces de tomarse un minuto para pensar fuera de sus reglas infantiles y creencias colegiales. Me quejo porque me rompe las pelotas que me usen o que me hagan hacer cosas con el simple fin de mandar un silencioso pero claro mensaje: “Estás fuera del grupo”. Que quede claro, nunca me interesó el grupo por grupo en sí sino por las personas que lo conforman, y a falta de individualidad y criterio personal de las mismas, sospecho que con o sin presencia el ‘grupo’ se va a la marchanta. Porque de a poco, una a una, en distintos tiempos y espacios, vamos creciendo y cambiando, y aunque parezca mentira cada vez cuesta más aceptarlo. Cada vez las peleas son más grandes y menos lógicas, cuando lo normal sería que todas se dieran cuenta de a poco que lo interesante no es luchar contra el cambio, sino agarrarlo fuerte para que nos lleve en toda esa marea y no nos deje atrás.

Yo puedo decir hoy que estoy feliz con quien soy, que fui una buena amiga y lo seguiré siendo con aquellas personas que sienta que lo merezcan y de las que reciba lo mismo del otro lado. Y tengo a mi alrededor la gente que quiero tener, ni más ni menos. Esas personas con las que podemos no vernos en muchísimo tiempo y el día que nos vemos pareciera que nunca nos hubiéramos separamos ni por un minuto.

Pero si alguien te exige que cambies o que hagas cosas que no querés como condición de amistad, entonces mejor darle para otro lado porque esa gente es preferible tenerla lejos. Eso, yo creo, no es un amigo.

En fin, mis más sinceras disculpas si aburrí a alguno que distraídamente se vio terminando de leer esta nota de interés nulo. Sé que quizás no debería haberla posteado acá pero escribir es mi cable a tierra, mi extrema sensación de desahogo, y pensar que alguien en algún lugar podría estar leyendo y hasta quizás entendiendo lo que digo me causa un leve alivio. Aunque sea en ésta pelotudez y porque hoy no me da el cerebro para escribir sobre ningún tema profundo ni tengo ganas de pensar en las cosas feas, solo esas incontenibles necesidades que aparecen, cada tanto, de quejarnos..