Tuesday, August 25, 2009

Galileo, PetroVR, Padres.


Si Google no nos miente, en un día como hoy pero 400 años atrás, Galileo inventaba un telescopio. Pudo comprobar que efectivamente, era la Tierra la que giraba alrededor del Sol. Por supuesto, para la Iglesia (que insistía en que nuestro planeta era el centro del universo, con esa arrogancia tan propia de creer que si de verdad hubiera un Dios, en un universo tan grande le daría máxima importancia a la propia raza de aquellos que inventaron la Religión) la noticia fue inaceptable; Galileo fue condenado a la reclusión perpetua.

Mientras tanto, cuatro siglos más tarde, yo estoy acá sentada en el escritorio (que legítimamente le corresponde a S.), mirando por la ventana como el Sol ilumina un césped brillante que me invita a salir corriendo y tirarme a siestar. Aunque suene a lugar común y poco creíble, los pájaros cantan afuera. Sí, señores, CANTAN. Todo me llama, la distracción aparece por doquier, la brisa suave que anuncia cercana a la Primavera casi susurra mi nombre.

Y mientras uso escondida un Internet Explorer para escribir insensateces en un blog que todos creían abandonado, y finjo trabajar (que es exactamente lo que debería estar haciendo), pienso a lo que ha llegado mi vida.

No me quejo, soy feliz. Alguna vez siento sana envidia por individuos sumidos en la fama y la fortuna, pero quién no la siente de vez en cuando. Tengo un novio al cuál amo, amigas a quienes respeto, quiero, y las cuáles me merecen total confianza. Tengo un buen hermano, una familia que aunque esté muy lejos de la perfección, está al menos completa. Una ocupación, un trabajo que me gusta, en un ambiente agradable, con ventanas grandes y pocas interrupciones amenas. Tengo libertad, tengo plata cuando la necesito. Tengo ansias por comenzar mis estudios, tengo ilusiones, planes y proyectos para mi futuro.

Pero... ¿qué hice? No soy inmortal, mi obra no merece ser recordada. Mi obra es inexistente. Mi esencia podría desvanecerse en éste mismísimo momento y sólo algunos pocos lo notarían, menos la extrañarían. Casi nadie la lloraría. Lo que es seguro: la Institución Católica no me repudiaría.

Soy joven, es verdad. O no, quizás es mentira, una mentira que me repito a modo de consuelo. Siempre quiero creer que tengo tiempo. Que quedan oportunidades. ¿Pero no empezó de joven toda esa gente que llegó a "ser alguien"?

Es verdad que personalmente, creo que el mayor triunfo en la vida es la felicidad. Ser feliz, no tener grandes arrepentimientos. Amar y ser amado.

Y es verdad también, que éstas angustias se me pasan tan rápido como me atacan. Seguramente sean causadas en gran parte por las palabras de Madre y Padre, que en su intento de alentarme, no hacen más que convencerme de que lo que no hice hasta ahora no lo haré jamás. Me mentalizo, me hundo, cavo mi propia tumba sin siquiera darme cuenta.