Tuesday, December 28, 2010

Nadie.

No tengo a nadie.
No tengo a nadie y entonces, quizás por esa misma razón, me importa un carajo quién lea ésto. O que no lo lea nadie, que es lo más seguro.
No tengo a nadie.
No tengo familia. O en realidad tengo una "familia" a la que le importo nada, o menos que nada. Tengo una "familia" que me hace sufrir y que me demuestra constantemente cuánto odian mi prescencia. No sé si será mi culpa o no. No me interesa. No tengo familia.
No tengo amigos. Tengo "amigos" con los que solía llevarme bien, algunos a los que todavía les tengo cariño. Pero ningún amigo verdadero. Ninguno que esté ahí para mí o al que le importe un bledo como carajo estoy. Lo de los amigos es indudablemente mi culpa. No me interesa. No tengo amigos.
Tengo un Novio. Lo amo, y es genial, pero es un Novio que jamás podrá comprenderme. Jamás podrá ver cómo son las cosas para mí. Porque es demasiado diferente y tuvo una vida demasiado diferente y una familia demasiado diferente y una forma de pensar demasiado diferente y sentimientos demasiado diferentes.
No tengo a nadie, ni una sola persona en el planeta, en quien pueda confiar. Con quien pueda ser tal y como soy, a quien pueda contarle las cosas horribles que tengo en el pecho y que de tanto guardarlas terminan explotando en lágrimas y mocos y espasmos. Y dolores de cabeza interminables. Y una angustia que me persigue como una sombra y me ahoga sin dejarme respirar. Y que me saca las ganas de vivir.

Porque eso es justamente lo que me pasa hoy.
No tengo ganas de vivir, carajo. No tengo miedo de decirlo, o quizás sí y por eso lo escribo acá, para no tener que realmente articular las palabras. Para no tener que escuchar mi propia voz diciéndolo, pero sobre todo, para no tener que ver la reacción del otro. Aunque quizás si ese otro existiera, si hubiese en algún rincón del planeta alguien que considerara mío, alguien con quien pudiera ser lo que soy y decirle absolutamente todo, quizás entonces lo haría. Lo diría, lo gritaría fuerte y claro para sacarlo de una vez y no avergonzarme de lo que siento. Porque es verdad, a veces me averguenza no querer vivir. Me averguenza mi self-pity. Pero así me siento, entonces ¿por qué mierda no lo voy a decir?
Me gustaría bastante que me pisara un colectivo, o que me pegaran un tiro en un tiroteo ajeno, o que me agarrara el tren de improvisto. Una muerte rápida, lo más indolora posible, y que no sea causada por mí misma. Porque, afrontémoslo, no tengo los huevos suficientes para suicidarme. O quizás no tengo la locura suficiente. O quizás todavía me quede algo de esperanza en la vida. Ya no esperanzas en que mi familia cambie o mis amigos vuelvan. Acaso esperanza de que exista de pronto alguien, una sola persona que fuera mía y de nadie más, y que existiera por y para mí, y que me amara y entendiera incondicionalmente, y que jamás, jamás me abandonara. O que el mundo desapareciera, y quedáramos solo Novio y yo, sin responsabilidades ni angustias, ni nadie que pudiera causarme tristezas.

Pero, es obvio, ambos sueños son imposibles.

Monday, December 20, 2010

Can't Help Feeling Sorry for Myself.

No sé bien porqué, pero creo que el verano siempre es algo así como una prueba de fuego del año.
Para empezar, siempre lo espero durante meses y me quejo de lo lento que se aproxima. Hasta que finalmente está acá, llegó. Y entonces empiezo a sentir que deberían estar pasando ciertas cosas, que debería estar haciendo ciertas cosas. Hay veranos que las hice, y otros que no tanto. Y sobre todo en esos que no tanto, llega un punto en el que empiezo a desear que el verano termine. Porque ya estoy cansada de dormir hasta las cuatro y media de la tarde, y de quedarme mirando capítulos de series una y otra vez en mi cumpu, y cansada de servirme la comidia en una bandeja y subirla a mi cuarto para refugiarme del calor.

Parece que éste va a ser uno de esos veranos. Estamos apenas a 20 de diciembre y ya me siento más sola que nunca. Hace unos tres días que no salgo de mi cuarto. Ya me miré de nuevo toda la primera temporada de Glee y no me pierdo una novedad en facebook

Estoy triste, la verdad me parece que no tengo amigos. Me da esa sensación. Sé que en realidad se supone que los tengo... pero yo me pregunto: ¿En dónde están? Los necesito pero no los encuentro. Y estoy hasta la coronilla de pasarme días sola mirando una pantalla de computadora. Tengo un parque grande con pileta, tengo tres litros de vino blanco en la heladera y una buena cantidad de frutas como para hacer tragos. Tengo el pelo rubio y todavía nadie lo vió. Tengo un celular al que no le llega casi ningún mensajito últimamente. Y entonces me quedo acá, con Finn, Rachel, Kurt, Mercedes, como si fueran mis mejores y únicos amigos.

Ahora voy a empezar a leer un libro de Dan Brown, que aunque tengo la mala impresión de que va a ser igual a todos los otros libros de Dan Brown, es por el momento lo único que podría rescatarme de convertirme en un eterno estado de facebook. Y voy a dejar de buscar a mis amigos. Voy a aceptar esta soledad y hacerla propia, respirarla, afrontarla y superarla (o morir de angustia en el intento).

Solo espero que algún alma bondadosa se acuerde de mí, de mi nombre, de mi cara, y decida venir a visitarme. Porque si alguna vez necesité realmente una visita, entonces es ésta.

Monday, December 13, 2010

A Propósito de Andrei Tarkovski y su Espejo Esculpido.

A continuación presento un informe que reflexiona sobre algunas de las ideas que Tarkovski escribe en su libro “Esculpir en el Tiempo” y que se ven reflejadas en su película “El Espejo”.

La idea de la indagación y obtención de un autoconocimiento se expresa en la película desde su título. El espejo es, entre los objetos cotidianos, aquél que nos da una visión ‘objetiva’ de nosotros mismos. Sin embargo, el protagonista se ve constantemente inhabilitado a reflejarse, ya sea ante la cámara como frente a los varios espejos que aparecen a lo largo de la película. Pero éste sería solo el comienzo en el infinito proceso de búsqueda de la identidad propia.

Durante el prólogo de la película, un chico es aparentemente curado de su tartamudeo a partir de una hipnosis. La mujer encargada de hipnotizarlo, anuncia más tarde que ahora se hablará “nítida, libre y fácilmente”, y añade “en voz alta y con claridad”. Aquí se anuncia al espectador la libertad de palabra tanto del director como de la película en sí, en cuanto a contar la historia tal cuál es para ambos. Pero a la vez, da la idea de que la palabra es la historia misma, y que cómo es contada es lo que da forma y constituye a esa historia. Asimismo, podríamos relacionar ésta idea con la presencia puramente auditiva del protagonista en contraposición a su imagen que queda siempre fuera de campo. Esto es, en más de una ocasión escuchamos su voz aunque nunca lo vemos.

Otro punto de gran interés dentro de la película es la sucesión que se da de imágenes recuerdo e imágenes de ensueño que se mezclan y llegan a afectarse unas a las otras, volviéndose finalmente indistinguibles para el espectador, que no logra recrear una historia cronológicamente ni especificar quiénes son los personajes y cuál de ellos pertenece a cada época.


La temática principal de la película concierne la búsqueda de una identidad propia, de un conocimiento del personaje hacia sí mismo como unidad de todo aquello que lo conforma. Como en otros films de Tarkovski, el personaje se encuentra en un aparente estado de debilidad, lo cual daría lugar a un proceso de reflexión sobre sí mismo.

Primeramente podríamos notar que tal búsqueda sería en vano, ya que la identidad hace a uno (como máximo, a algunos) de nuestros virtuales potenciales de existencia, pero jamás podría abarcarlos a todos como unidad. Así, y ya desde el principio, nos encontramos ante la inmensidad del área por recorrer en el camino hacia el conocimiento de nuestro propio ser. Al sumar a esto la idea de que cada virtual posible es producto de todos y cada uno de los fragmentos de memoria desordenados, a su vez compuestos por sueños y alucinaciones, comenzamos entonces a comprender que no podría existir una identidad actual descifrable. Éste hecho aparece en la película a partir de un sacrificio de éste actual visual, o de la imagen física del personaje, en pos de un acercamiento al conocimiento de su real espiritual.

Tarkovski escribe en “Esculpir en el Tiempo”: <<El poner al hombre en un espacio limitado, el hacer que se funda con una masa inmensamente grande, directamente junto a él, y con hombres que pasan, alejados de sí, el ponerle en relación con todo el mundo: ¡ese es precisamente el sentido del cine!>> Esto podría relacionarse con la idea de un hombre, en este caso Alexei, cuyo espacio o configuración espacial no le es suficiente en cuanto a la organización o desciframiento de ésta inmensidad que lo rodea.

A propósito de la idea del sacrificio del actual visual del personaje de Alexei hay que tener en cuenta dos puntos de gran importancia. Primeramente, éste espejo que refleja un supuesto pasado sobre un supuesto presente, y a la vez éstos sobre otros virtuales tiempos, desemboca en un espacio atemporal, una imagen del no-tiempo que a la vez conlleva todos los tiempos posibles. Así, podríamos decir que a falta de una organización o selección por parte de la consciencia de entre estas infinitas imágenes, no sería posible concebir un actual. Y, por ende, no habría actual al cual insertarle una imagen visual. Al mismo tiempo, sólo un ser despojado de corporeidad (como lo sería una consciencia) sería capaz de viajar y atravesar todos los espacios temporales potenciales que éste abarca. Por otra parte, es necesario poner en duda el hecho de decir que jamás se ve la imagen de Alexei. Porque aquí es importante tener en cuenta que un espectador que pretende no haber visto físicamente al protagonista, no podría estar haciéndolo sino en base a un supuesto presente (ya que sí se ven varios niños durante la película, cualquiera de los cuales podría ser un joven Alexei). Y es entonces cuando debemos preguntarnos, ¿Cuál es ese presente? ¿Hay algunas imágenes que podrían ser consideradas parte del presente, de un actual dentro de la temporalidad del personaje? Y siguiendo el hilo de pensamiento que intento plantear, la respuesta sería: no.


Como mencioné anteriormente, “El Espejo” es una película con una riqueza cuantitativa de imágenes que se confunden entre sueño, recuerdo y percepción. Todas estas imágenes se afectan e interactúan entre sí, modificando constantemente el todo a partir de cada parte.

En el esplendor absoluto de las imágenes recuerdos que actúan como recuerdos de sueños, podemos descifrar rápidamente al menos un nivel más: estas imágenes de sueño son, a su vez, sueños de recuerdos. Es en éste punto en el que se intuye de la misma forma una progresión hasta el infinito. No hay ni un recuerdo ni un sueño original real, sino una eterna caja china en la que cada imagen remite a la anterior, e incluso a las anteriores y posteriores. Finalmente, la memoria actúa como una consciencia externa que da un tiempo a cada una de sus imágenes, y no como ordenador de hechos verídicos en una cronología espacio-temporal. Pero entonces; ¿Qué imágenes corresponden a la percepción del actual? Estamos frente al mismo problema. Las imágenes de la percepción son también parte de ésta memoria, y pueden así entrar en juego a la par de las imágenes de recuerdo y sueño.

Pero yendo aún más lejos, podríamos llegar a comprender que se trata de una imagen cristal, en la que no sólo los diferentes niveles de consciencia logran interactuar independientemente de su jerarquía espaciotemporal, sino que además ésta consciencia externa no refiere simplemente a un individuo (personaje de Alexei) sino que actúa como un nivel superior en el que ambas consciencias dialogan y comparten sus imágenes.

Así podemos ver no solo imágenes sueño y recuerdo del protagonista, como parecen serlo aquellas que incluyen a su madre en su juventud, su padre regresando, el rancho cerca de su casa incendiándose, sino también imágenes que pertenecen a su madre como consciencia, e incluso a imágenes de la consciencia colectiva.

Un ejemplo de imagen que podría ser clasificada como parte de la consciencia de su madre, se da en el momento en el que ésta está a punto de matar al gallo. En ese mismo instante vemos la imagen de su marido, que ella parece reconstruir desde el sueño o el recuerdo. De la misma forma, las imágenes de la escena que toma lugar en la imprenta, podrían ser consideradas imágenes de la consciencia de la madre que recuerda a su compañera de trabajo, o cuando tirada en el pasto su marido le pregunta si quisiera tener un niño o una niña. Sin embargo, en éstos caso la consciencia externa de Alexei parece estar jugando algún rol ya que seguimos viendo el rostro de su ex esposa en donde debería estar el rostro de su madre (¿O es acaso ese el rostro de su madre que él ve reflejado en su esposa?).

Como consciencia colectiva tenemos algunos ejemplos muy concretos. Por un lado podríamos poner aquellas imágenes que pertenecen al recuerdo o sueño de los exiliados españoles, tanto los que se presentan a partir de su palabra, como aquellas imágenes de carácter documental que toman las problemáticas de la guerra civil. Pero también existen imágenes de la consciencia histórica misma, como recuerdo o quizás también como sueño en la Historia que abarca imágenes de varios sucesos de conocimiento cultural.

La confusión entonces que a primera vista podría tratarse de una confusión de fondo temporal (En qué orden cronológico pasaron las cosas) pasa a ser finalmente una confusión en cuanto al origen de las imágenes con respecto a la consciencia que las atraviesa, y cómo a la vez son esas imágenes las que constituyen la identidad real de la consciencia.

Sin embargo, el tiempo sigue siendo un elemento vital en la problemática que trata el film, ya que para Tarkovski: << (…) el tiempo es una situación, el elemento que da vida al alma humana>> y aún más; <<La conciencia existe gracias al tiempo y esto a su vez es lo que le da la capacidad para buscar la verdad.>>. El cine es el medio ideal en la representación de todo el proceso por el cuál las imágenes interactúan y se mezclan, ya que consta de las imágenes y de la duración para entregar las dimensiones de tiempo y espacio. Al mismo tiempo, al jugar con éstas imágenes y sus duraciones se puede transmitir una idea de un no-tiempo o de infinitud en cada una de ellas. Y por último presentar las conversaciones que se dan entre ellas y que las afectan, podría representar el concepto de la imagen cristal a partir de la cual todas las imágenes de infinitas sub-consciencias pertenecerían a su vez a una consciencia externa. Tarkovski escribe <<Mi objetivo es lograr que el tiempo resulte perceptible dentro de una toma. Éste llegará a ser algo tangible cuando uno siente que algo significativo, verdadero, está ocurriendo más allá de los acontecimientos que vemos sobre la pantalla; cuando uno se da cuenta… de que aquello que ve en el encuadre no queda limitado a lo que se describe visualmente, sino que es un índice de algo más allá del marco de la pantalla, que apunta hacia el infinito…>>.

Sería entonces el espacio lo que quedaría reducido a un plano restringido, y cuya importancia está dada nada más y nada menos por la temporalidad que lo compone. El tiempo, por supuesto, atravesado por una consciencia que le da el valor de tiempo más allá de la significación del pasar del tiempo lineal. Dice Tarkovski en su libro “Esculpir en el Tiempo” que <<El tiempo es una condición vinculada a la existencia de nuestro "yo">>. Entonces, así como el espacio es vital en su relación con su temporalidad, ésta entra en juego a partir de su relación con el “yo” consciencia que permite su existencia.


Por supuesto, la estructura de la película acompaña la esencia de la misma. Se genera constantemente confusión; desde el principio con aquél prólogo que aparentemente nada tiene que ver con el resto del film, y durante cada escena, donde el montaje no intenta clarificar o justificar el orden en el que vemos las imágenes. Esto es: la estructura ayuda a crear el sentimiento de que la jerarquía entre imágenes y tiempos presenta una ruptura.

Para Tarkovski, cada película impone un sistema temporal y estructural propio. No es una estética externa la que define su forma de crecimiento, sino que << La obra de arte implica una unidad estética y filosófica integral, como un organismo vivo que se desarrolla según sus propios principios internos…>>.

Dentro de la estructura de la película, el elemento de confusión va incrementando a medida que avanza la trama. Hacia el principio, las imágenes se dividen en imágenes a color, otras en blanco y negro, y finalmente algunas sepia. A primera vista, parecería ser que dos de éstas hablan de momentos pasados, por la antigüedad que transmiten en su falta de colorido. Creemos entonces, como espectadores, que estas imágenes son sueño o recuerdo. Es más adelante, cuando todas las imágenes comienzan realmente a mezclarse e interactuar entre sí, que ésta categorización pierde sentido por completo. Sin embargo, y como mencioné antes, en algunas de las imágenes que parecerían ser recuerdos de sueños basados a su vez en recuerdos, la madre de Alexei es representada por el rostro de su ex mujer (o viceversa). Aquí se presenta otra problemática en la estructura que está también relacionada con una idea que planteamos más arriba: entra en juego no sólo la memoria en sus distintos fragmentos, sino también la percepción que comienza entonces a ser un fragmento más dentro de la primera. Al mismo tiempo, hay una simetría entre la historia de los personajes de la madre y la ex esposa, en cuanto a la relación con sus cónyuges y con sus hijos.

Es notorio que la confusión entre el rostro de la madre y el rostro de la ex mujer de Alexei salte a la vista en primera instancia, cuando en realidad hay varios rostros que parecen estar en más de una imagen que no pertenecería a una misma categoría. Por ejemplo, el rostro de Ignat, o incluso la repetición de su nombre en presencia de otro rostro.


A modo de conclusión, podríamos decir que Tarkovski busca en ésta película una vez más, un manejo del espacio desde el punto de vista estructural y de la composición y duración de las imágenes que permita resaltar la esencia del manejo del tiempo que es parte del organismo que es cada film. Por supuesto, siempre nos quedarán dudas respecto al nivel de los acontecimientos, y dudas de las más básicas. ¿Quién es quién, y a qué época pertenece cada uno? ¿Hay un presente tangible, y es éste el tiempo en el que Alexei recuerda y sueña su pasado, o es el pasado el presente, y el aparente presente una mera proyección de un futuro virtual? ¿Muere Alexei finalmente en esa cama de hospital, luego de soltar al pájaro? ¿Son todos éstos recuerdos de un hombre en agonía, que en su recta final y atormentado por las imágenes de su vida, recuerda que tan sólo quería ser feliz? Pero finalmente, no es esto lo importante, sino comenzar a preguntarse sobre cómo las imágenes pueden ser utilizadas y modificadas para generar un desconcierto que movilice al espectador a pensar, dudar e intentar comprender. Después de todo, <<El unir y el editar trastornan el paso del tiempo, lo interrumpen y, simultáneamente, le proporcionan algo nuevo. La distorsión del tiempo puede ser un modo de darle expresión rítmica. ¡Eso es esculpir en el tiempo!>>.